Amigo mío...

Por fin vuelves después de tanto tiempo. Por fin voy a poder sentarme contigo y hablar de todo lo que me está pasando. Por fin mañana ya estarás por aquí y podré desahogarme contigo. No espero que me consueles ni me des la razón en todo lo que ha pasado, y sé que no lo harás y por eso precisamente tengo ganas de hablar contigo. Porque es tanta la confianza que hay que me tirarás de las orejas y lo verás todo lo más objetivamente posible. Sé que contigo puedo hablar sin miedo a que tu idea sobre mí cambie, porque sabes que te cuento todo lo que hago y dejo de hacer sin problema alguno. Sé que sabes que siempre he sido sincero contigo, y mañana no haré una excepción.

Necesito hablar contigo, amigo mío. Necesito que me escuches como sólo tú sabes hacerlo. Nos vemos mañana.